viernes, 18 de diciembre de 2020

Sobrevivir

Yo quiero ser libre. No un luchador, no un superviviente. Quiero que deje de dolerme todo. Quiero poder dejar de fingir, de dar esperanzas a sabiendas de que son mentira, de ver en cada intento fallido de muerte una pena acumulada, una frustración por no poder dejar de ser. Estoy harto de las palabras vacías, de los eres un luchador cuando no lucho sino que me dejo caer en esta corriente de nimia vida incesante, de costumbres bárbaras y capitalistas, de ser parte de la espiral del consumo en la cadena de mantenimiento de consumidores y obreros y toda esa morralla marxista que sí, es cierto, es certero y científico, pero es que no estoy para eso, no ya no ya no puedo más. 

Pienso en la libertad y qué diablos es sino el poder vivir sin esta constante angustia. No estoy luchando estoy sufriendo. No lucha el niño que muere ahogado en el mar, no lucha la luna menguando y creciendo periódicamente. Tengo en los párpados escritas mis últimas palabras: una sentencia de pena se ha resuelto por fin a favor de la calma que brinda la muerte. 

No quiero sobrevivir si es esta la vida que me espera. Necesito quitarme esta máscara y respirar. Cuando puedo cojo bocanadas de aire, cuando puedo pero cada vez puedo menos, y eso es menos aire, y eso es más cerca la muerte pero nunca llega a tocarme, no acaricia con la ligereza de sus dedos la punta de mi nariz, no clava su guadaña en mis hombros y me lleva al silencio, a la paz. Se acerca pero no termina nunca de llegar, y me embelesa con promesas de calma y levedad, y me convence. Y me convence. 




La noche soy y hemos perdido.
 
Así hablo yo, cobardes.
 
La noche ha caído y ya se ha pensado en todo.



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