viernes, 30 de diciembre de 2016

La falsa presencia y las redes

Trataré esto con mucha brevedad, pues jamás vería la luz este texto si lo alargo tanto como me gustaría. Cuando todo un sistema de valores que se contradice a sí mismo logra impregnar toda la esfera de una sociedad, surgen tensiones entre la percepción que alguien tiene de sí mismo como sujeto concreto y la idea que ese individuo puede tener de sí mismo integrado en un cuerpo social. Hablaré de lo que me he tomado la libertad de llamar falsa presencia. Hay infinidad de aspectos que me querría tratar, pero en este momento, esto es lo que más relevancia tiene.

Con la venida en tropel de la llamada sociedad de la información (que no es más que una sobreinformación a la prole cuya última consecuencia es perpetuar la desinformación) no solo se nos ha inundado completamente de datos e información de cuestionable veracidad, sino que, con una latente falta de libertad mayoritaria, hemos sido introducidos sin dilación alguna en las dinámicas de los datos, asumiendo todos los requisitos que éstos deben cumplir en esta era de la información. Esto, cómo no, lo hacemos inconscientemente a través de las redes sociales.

Para ser más explícito (y de verdad que lo odio), Whatsapp es una gran fuente de información sobre la gente de nuestro entorno, solo que con el obstáculo, cada vez menor, de necesitar un número de teléfono. Hoy es casi un código de barras o una suerte de matrícula. ¿Quién no tiene una amiga a quien le ha hablado un desconocido después de una fiesta? Precisamente, ese anonimato y erotización de lo desconocido, esa necesidad de descubrir cosas porque lo cercano y cotidiano aburre, es un pilar fundamental en todo esto; no hay más que ver la función "encontrar personas" (o como sea) de muchas aplicaciones y redes sociales que se utilizan a diario. Aunque sea una de las espadas de la posmodernidad de la que emanan los demás cuchillos, voy a centrarme en estos últimos, porque la espada en sí tiene mucho de que hablar y muchos castillos y arcoíris que desmontar y bajar de las nubes. 

Continúo con aquello de la falsa presencia. Casi cualquier persona es fácilmente localizable en cualquier momento, y no tiene porqué saberlo. A través de las redes sociales, se da una imagen de falsa omnipresencia, de una entrega total a la tribu, al menos de forma espiritual. Imagino los grupos de Whatsapp como una suerte de sala en la que varias personas están sentadas en círculo, con más o menos comodidad, esperando que la voz cantante se arranque a decir algo. Lo mismo sucede con los chats y conversaciones privadas. Es una presión constante saber que alguien te ha escrito y no tener ganas o necesidad de responder. Yo debo tener cerca de veinte chats sin responder, y admito que en ocasiones me siento culpable. 

Sin embargo, Twitter se lleva el primer puesto en cuanto a depredación social del espacio íntimo. Bien es cierto que nadie publica algo que no quiere. O eso nos dice la ideología que habla de libertad y falsos sueños. No, no somos libres. Ni el que publica una foto en el Bernabeu, ni la que tiene un cuerpo normativo y se publica desnuda en la red. Sin entrar en juicios de que sea correcto o incorrecto, apropiado o inapropiado (no tengo la potestad de determinarlo), lo cierto es que no somos libres, y los usuarios, tampoco. Como antes sucedía en lo barrios, en la red existe una multiplicidad de roles que se asumen prácticamente por inercia. Aquí podría entrar el factor de fruición cómoda, donde triunfa el hedonismo neoliberal y la falsa sensación de libertad. En Twitter se cuenta todo, llega a ser hasta enfermizo ver como se puede llegar a conocer la intimidad de tantas personas a la vez siendo un usuario medio de esta red social, y es que se mezclan los factores básicos para la receta perfecta de la posmodernidad y su cinismo imperante: 

  • Brevedad forzada: 140 caracteres, se cuenta poco y mal. Esto lleva al segundo punto.
  • Falso intelectual: Al ser todo tan breve, se premia más ser ágil que alcanzar profundidad. Además, aparece el nuevo ensayo: los hilos, una casi infinita sucesión de mensajes de 140 caracteres cada uno en los que se desarrolla algún tema de manera muy poco didáctica. No lo digo yo, es que el formato impide profundizar.
  • Anonimato: Esencial en todo este proceso. Las redes lo facilitan, pero en la vida real (si podemos llamar así a un escenario de máscaras y falsedad) es hasta más tangible. Una noche de fiesta, la música no permite hablar apenas, la ropa no da pie a ser algo más que carne, la compañía te somete a no pensar. Elisabeth Noelle Neumann. En las redes, a esto se le añade la posibilidad de construir tu propia imagen. Te puedes llamar fotógrafa, poeta, cómico, escritor, mourinhista... Formar una identidad a partir de etiquetas e instancias sociales ya establecidas, un marco cognitivo que para nada es nuestro, viene dado. Repito, no somos libres.
Por último, veo necesario hacer hincapié en la doble dirección a la que apuntan las balas cuando la ideología toma cuerpo social. Por un lado, se enarbola un individualismo rancio, señalado desde la izquierda como alienante y esquivo ante los intereses reales de un sujeto. Por otro lado, de alude a la globalización y a los avances tecnológicos que permiten conectar personas (como aquel eslogan publicitario) de lugares muy distintos. Lo cierto es que una de esas dos direcciones tiene matices. La otra, directamente es un insulto a la inteligencia. Empiezo por los matices: es rancio, sí, y es alienante, por supuesto. Sin embargo, discrepo que sea del todo individualismo. Es cierto que estos imaginarios sociales y marcos cognitivos impuestos hacen individuos que solo miran por sí mismos, pero ello no los aísla del todo, ya que interactúan, con una máscara y un disfraz que se han cosido con aquello que han ido encontrando por el camino artificial de la socialización (personificación, se atreven a llamar algunos conductistas). No obstante, esa interacción será, siempre que ocurra en espacios de anonimato, zafia y vulgar. 

En cuanto a la globalización, me niego siquiera a elaborar una crítica, porque es la segunda mentira más grande que nos llevan contando desde comienzos de siglo.

sábado, 17 de septiembre de 2016

H

Podría estar en otro lugar, podría hacer lo que soñé hacer, donde tal vez debiera estar.

miércoles, 17 de agosto de 2016

En defensa de la poesía

Corren tiempos difíciles para la poesía, eso es innegable para aquellas personas que saben de ella. Hace pocos meses estuve en la presentación de un libro que publicaba una poeta que fue profesora mía durante el bachillerato, y en un momento de la presentación dijo "la poesía está de moda". Sabía perfectamente a qué se refería, así que pregunté, pretendiendo hacer reflexionar más que encontrar respuestas, qué opinaba la autora de que existiesen en las estanterías donde pone "poesía" títulos como "Follamantes" u otros ridículos juegos de palabras. Respondió que había de todo, pero no abandonó la idea de que aquello era positivo, pues, decía, atraía a lectores jóvenes a la poesía. Fue entonces cuando una bala disparada desde mi recuerdo a los 13 años leyendo a Neruda llegó a mi orgullo, y no fue nada personal, sólo una decepción más al ver como, una vez más, la posmodernidad sigue ganando terreno al arte.

Es necesario buscar las causas, no diré que la poesía está muriendo, porque tal vez suene a balada y Luis García Montero se ofenda. Diré que la poesía está siendo violada por los mercados, por la ideología a fin de cuentas. Un análisis superfluo y mediocre sería culpar al verso libre, que coge fuerza y se hace dominante al llegar las traducciones de obras extranjeras. El error sería decir que las traducciones, al perder la rima, da a luz un verso libre forzado. Decir que el verso libre nace por esto es unn insulto a este estilo, cuanto menos. El verso libre se puede ver muy temprano en América Latina, de la mano de sonetos y canciones, quiero decir, sin la desaparición de la rima. Sin embargo, el auge del verso libre se debe al empleo del ritmo en el poema, un ritmo que nace del poeta y esboza su estilo con gran fidelidad. Las traducciones al castellano, por ejemplo, no son motivo del nacimiento del verso libre, sin embargo si podría ser un motivo para comprender la violación a la poesía; alguien sin sentido artístico lee a Bukowski diciendo "puta", "bar" y "mierda" en el mismo poema y ya se toman la licencia de escribir saltos de línea que resumen el fracaso sexual de su noche anterior, cómo no, en un bar de Madrid, que no falte el postureo de la gran ciudad.

Es necesario otro enfoque, sin pretender ser elitista, así que diré que el factor del gusto entra aquí: la poesía nunca ha sido de mayorías, y ahora Twiter se inunda de fotos a páginas de libros con autores cuyo nombre dudo que sea fiel al de su DNI. Defreds, Rayden, Irene X (no sé si sería más comercial Irene Neones de discoteca, por ejemplo), Irene G punto, Marwan... Esto de los nombres es comprensible, es el reflejo posmo de la sociedad hecho papel: huyen de una identidad definida, usan máscaras, se esconden en el anonimato, escriben como niñatos de 20 años pero tienen 40... Cosas que pasan, al menos no es una guerra en Libia. Como decía, de repente todo el mundo lee poesía y escribe versos. Bueno, frases cortas y le dan a "Enter".

Hasta aquí no tendría ningún problema como amante lector de poesía, si no fuera porque voy a buscar algo de Ángel González y me encuentro la estantería llena de libros color pastel y tipografías excéntricas cargados de machismo y mediocridad. De lo primero tal vez tengan la culpa los de la quinta de Gil de Biedma y su sarta de misoginia y resentimiento, pero es solo una sospecha. Si fuera un género aparte, si mantuviese distancias con la poesía, de veras, no sería necesario alzar la voz y decir "oigan, aquello que tienen en su mesita de noche no es poesía", pero no es así. Se considera poesía. Se considera un arte que no es. ¿Por qué? Varios puntos que se deben entender en su conjunto. En primer lugar, la poesía siempre ha sido reivindicativa, con más lastres ideológicos o menos, pero siempre ha reivindicado, y ahora parece que su principal objetivo es mantener a toda costa el status quo. Segundo punto, la poesía no cuenta simplemente una historia, la poesía no es una novela a trozos (qué desperdicio de papel si no), la poesía son las venas de quien escribe abiertas al lector, y por esas venas corre una emoción que no podría ser de otra manera plasmada. En tercer lugar, la poesía no es un elemento comercial, no ha pretendido ser jamás un producto cuyo objetivo sea reventar las cifras de ganancias, por ello se esmeran tanto los artífices de esta corriente de pseudopoesía en el plano estético: cuantos más colores, cuantos más dibujos, mejor. Cuantas menos letras, mejor. Cuanto más banal y superficial, mejor, pues la poesía supone un ejercicio de desdoblamiento a la hora de digerir un poema.

Recuerdo una conferencia sobre poesía en la que uno de los interlocutores contaba que el/la poeta se parece al perfumista. Decía que un perfumista, paseando un día por el campo, encontró una flor cuyo olor le entusiasmó tanto que fue directo a su laboratorio a jugar con los químicos a recrear ese aroma, para conseguir un perfume que otras personas pudieran usar, y de esta manera llevarían el olor de la flor (o el que le inspirase) en su piel sin haber conocido en persona su aroma.

Por si aún no se entiende a qué viene esta llamada en defensa de la poesía, dejaré algunas imágenes muy representativas de lo que supone esta epidemia cultural.


Frida se retuerce en su tumba, ¿por qué su nombre para esa editorial? En fin, el autor no lo conoceréis, pero tenéis su Twitter. "Cada vez más followers, cada vez más solos."




Creo que esto es lo más representativo:


Sin embargo, Diego Ojeda parece que tiene miedo de algo:




 Esto es de un tal Rafa Pons, y sí, lo llaman poeta. Misoginia y decadencia por doquier.



Irene X, literata donde las haya.



Esta se digna a firmar, al menos. 


Pero el colmo posmo se lo lleva "Irene G punto". Una mujer que añora el desenfreno de los jóvenes de hoy día. Una pena, Irene.


jueves, 25 de febrero de 2016

Un nihilismo reformista

Un nihilismo reformista. ¿Esta oración es redundante?

Para entender eso de "nada es verdad" hay que fundamentarlo con cosas que están muy mal explicitadas en las obras de los grandes autores del vacío "real". Me explico... La mayoría de ellos eran lingüistas, y como dignos elitistas que fueron, no se pararon a pensar la verdadera finalidad del lenguaje. Decir que todo es mentira porque se basa en conceptos parece una frase que recoge los honores necesarios para aparecer en un muro de facebook, o en la biografía de Twitter de algún personaje malparado de la asignatura de filosofía de un caduco segundo de bachillerato.

Como lingüistas, decía, sabían perfectamente que la realidad se pierde en conceptos, pero no escatimaron en explicar qué es un concepto. No se pararon a definir por qué. No explicaron qué significa eso del sentido metafórico de cualquier enunciado, y por supuesto, cualquiera que leyese eso diría, creyéndose doctor en ontología, que se debe a la interpretación y a los bagajes del significado de una palabra, un "concepto". Y es mentira. Pero a esos alemanes, austriacos y demás les daba un tanto igual que ese del que hablo no lo entendiese, pues sus obras no tenían un carácter social, con todo lo que ello implica.

Los conceptos se construyen en sociedad, y éstas tienen algo llamado "cultura". Que si profundizamos un poco, nos damos cuenta de que eso de cultura implica modos de pensar la realidad, y por ello construir TO-DO. Los sentimientos que consideramos "más humanos" y les dotamos de cualidades intrínsecas y naturales de nuestra especie no son más que la praxis de un bombardeo conceptual, una dosificación masiva de una manera de entender el mundo (que por cierto, permite disidencias). Tiene que ver con el orden social, entendido como un conjunto de estructuras históricamente ancladas y forzadas al cambio, al devenir. No lo llamo progreso, no tengo tan poca vergüenza.

Un ejemplo práctico sería ver como en todo occidente vemos mal la poligamia, mientras que lo contrario supone lo normal, lo humano. ¿No tendrá que ver con unos modos de pensamiento muy lastrados por otros factores que no me voy a detener a comentar? De igual manera, en otras culturas del continente africano, por ejemplo, la monogamia te excluye de la sociedad; digamos que tienen otro sentido del sujeto en ésta, del sujeto social. El sujeto social para ellos no es más que una parte de la comunidad, totalmente compartida. Esa cultura hizo una crítica de Hamlet. Para ellos, la historia no contaba celos, hablaba de disidencia, por poner un ejemplo.


Con esto sólo quiero decir que nada es verdad. Todo son construcciones, y el juego que ofrecen todas sus opciones, hacen que todo esté permitido. Que los judíos no sean personas, que los pelirrojos sean enviados del demonio, que los pobres son lacra y por ello despreciables... Alemania, África, Occidente... Ya sabéis. Todo es producto de la maleabilidad del ser humano cuando este está candente. En el momento en el que se enfría, se perpetúa una forma determinada, rígida y limitada de ser para el sujeto. Y como todas las cosas sólidas, pueden partirse... En ese preciso instante, podréis hablar de nihilismo, pues supone la aceptación de que todo es mentira. Luego vendrá la reconstrucción... O tal vez no.