miércoles, 1 de marzo de 2017

Final

Málaga, 21.01.17

I

Una grieta
recorre todo mi cuerpo
al saber que en todos estos años
el gusano dejó de ser mariposa.

Así fue, de algún extraño modo,
en contra de la naturaleza,
de la vida y su corriente cruel,
poco a poco empecé a morir,
a dejar de brillar, a darme cuenta
de la torpeza del viento;
empecé a entender
que nada en la vida
tenía en absoluto sentido.

Así empecé a morir,
volviendo, poco a poco
a ser nada otra vez.



II

Estuvo bien jugar entonces a ser feliz,
comprar solo el billete de ida
era una idea
que parecía tener encanto.

El viaje estuvo plagado
de trenes por las esquinas,
autobuses con doble dirección,
semáforos indecisos y gente
sin sentido alguno de ser.

A la vuelta,
ninguno de los trenes anunciaban
la próxima estación.
Todas eran la última.


III

Escribo una carta que el tiempo
no me permite enviar
ni recibir.
Remitente y destinatario
tenemos el mismo nombre.
El sello es un reloj
que marcha hacia atrás;
tal vez la dirección
haya cambiado de sitio.

Empiezo pidiendo disculpas
por llevarme lejos,
por no pensar en mí,
por ir enterrando uno a uno
todos mis sueños.

Me insisto en algo
que ya sabía:
     No te fíes de las cosas
     que se hacen porque sí.

Firmo sintiéndolo en el alma
y guardo la carta en un cajón.
Mientras, el tabaco empieza a ser ceniza,
un blister de pastillas tiene los días contados.

El final se sigue acercando muy lentamente.
Le miro a los ojos desde lejos,
camina despacio hacia mí.
Mi pecho lo espera, mis manos lo espera,
mi estómago lo espera, yo fantaseo su llegada
mientras el resto lo teme
con más impotencia que yo.