domingo, 1 de marzo de 2015

Fe

Hoy recordé algo que me dijo mi profesora de filosofía el año pasado, intentando desmontar sistemas artificiales que sostengan la creencia en cosas no demostrables de ninguna manera. Artefactos que, siendo puramente imaginarios, sirviesen para esclarecer esa "fe" que tan entre las nubes está.

No recuerdo lo último que dije, porque me dejó callado en el mejor de los sentidos, admirando, por una vez, un reconocimiento de cierta inferioridad en eso de la búsqueda de la verdad. El caso es que, desmontando la fe, como decía, me interrumpió diciendo: "Pero es que vivimos constantemente haciendo actos de fe..." Y qué genial interrupción...

Es una genialidad comprender esa afirmación, pero también es un peligro, casi igual que mirar al cielo y fijarse en una estrella. Puede estallar todo, pero aun así, ya la has visto. Y lo mismo con esto que hoy me traje entre manos.

Estamos constantemente haciendo sin querer actos de fe. ¡Y dad gracias que es sin querer! Dudar de todo es como inmolarse y seguir respirando. Dudamos hasta de la historia... Hasta de los muros de esa fortaleza que vigila por las noches esta ciudad amiga, de la fecha de caducidad de aquel yogur y si por dudar es, dudamos de la ciencia misma, que no cuesta nada demostrar que no es exacta.

Dudar es de mentes pensantes y aun así es tan bello creer que esto es cierto... Podemos ser sólo luz, energía o cerebros en cubos de cristal con cables que nos mandan impulsos eléctricos para ver, sufrir, querer y desear tocar... Lo bonito de los sueños agradables, a pesar de que acaban, es que no nos cuestionamos su realidad, así que cerraré esto con una pregunta que me hicieron en un ambiente poco bohemio a pesar de los etiles y la soledad:



¿Y si la vida es un sueño del que despertamos al morir?