domingo, 6 de septiembre de 2020

Yo cansado

Y entonces dios escupió a mis pies y dijo «será la insatisfacción tu bandera». Estoy cansado. No sé si es que nada es suficiente o es que todo es demasiado para mí. No sé si mi cuerpo está enfermo y me asfixia un aire tan puro, o es que toda la atmósfera está demasiado contaminada ya. ¡Ay! ¿Por qué lo planteo como duda? Yo sé la respuesta, pero me saboteo recitando a Lorca: Solo el misterio nos hace vivir. Solo el misterio. ¡Ay! ¡Ay! Ay. 

Mis certezas me colocan en el lado de los muertos. Los incómodos muertos vivientes. Solo tengo en realidad anhelo de mí. Los muertos no aman. ¿Qué dar? Nada tenemos. Un suspiro de cosas buenas. Polvo de lo correcto. Intenciones que en nada quedan —estoy cansado—. Me pesa la verdad, me arrastra al subsuelo. No puedo, pero aquí sigo. Maldito estafador existencial, ¿eh? ¡Quita de en medio! ¡Algunos queremos vivir! No, no, nadie me ve la pena. 

Yo: agotado, triste, hastiado, enfermo, estable en el hundimiento, sin nada de placer, sin nada de futuro, citado cada seis meses. Yo solo quiero fundirme con la tierra para siempre. Estoy cansado de intentarlo. Yo no pedí esto. Ni el ser, ni el no poder. 

Irme, deshabitar la ruina de mi cuerpo. Qué fantasía. Federico, no hay misterio, solo pesadumbre, constante pesadumbre, y no se va. Y me cansa estar siempre tan cansado, y tanto peso, y tanta angustia sin saber por qué.