miércoles, 1 de agosto de 2018

;

Es solo un símbolo. Hoy quería escribir sobre ello, estaba totalmente convencido desde anoche mientras daba vueltas en la cama. No me había tomado las pastillas para dormir, hoy quería estar consciente y acordarme de esa intención, pero no puedo. O no quiero, no lo sé. La realidad es que el punto y coma lleva justo un año puesto. Quería hacer balance, pero la ortografía en esta ocasión ha sido mal empleada. La frase siguiente a la anterior es demasiado similar, no aporta apenas nada nuevo al texto, aunque rara vez el texto aporta algo nuevo su propia historia.

Probablemente no me estés entendiendo. No hay problema, de veras. Pero el punto y coma quiere convertirse en punto y final. Aunque el guión y los actores han cambiado drásticamente desde que puse mis cartas sobre la mesa, el papel principal lo sigue interpretando un personaje demasiado estático como para introducir cambios, por menores que sean. No hay un motivo, es cierto, pero sí un cómo, y estoy cansado de apretar los dientes, de esperar, de solo hacer lo que debo, de no tener qué querer.

El conflicto aparece en el momento en que ya no quiero más silencio ni más tristeza, pero todo lo demás me parece ruido insoportable. Insoportable. Huyo entonces, miro el tatuaje con lástima, y pienso: Otra vez será. 



01.08.18