domingo, 7 de septiembre de 2014

El drama de la salud

Ayer estaba yo tranquilamente intentando aguantar el telediario y entre injurias a Venezuela y fiesta a las reformas del Gobierno emitieron un caso concreto que refleja lo general y me pareció de lo más curioso. Me dispongo a redactar en mi opinión la más cruel realidad dentro de la tragedia respecto al desarrollo humano en el campo científico. Y es cruel por el sistema económico, el bloque organizado en el que crecen los laboratorios médicos que por culpa del neoliberalismo se convierten en empresas al servicio de las carteras blancas. Digo blancas y me ayudo del reciente boom morboso que provoca una certera enfermedad como es el ébola. Seguro que no hace más de seis meses desde que tú conoces el virus. Bien, pues se detectó por primera vez en 1976, en el Congo. De hecho, debe su nombre al río Ébola que atraviesa la República africana. Casi medio siglo. Pero bah, son negritos con hambre, ¿qué más dará que se mueran de una cosa o de otra? Aquí entra en juego el desdichado "Ser o no ser" y los valores que se promulgan que defienden los que vemos a cada persona humanamente igual a cualquier otra. ¿Cuándo ha saltado la alerta en Europa? Cuando un cura se contagió.  "Centremos nuestros esfuerzos en salvar al cura" debieron pensar desde la oligarquía de nuestro país en ese momento. El egoísmo puro y duro del hombre, la avidez natural a la que tanto he hecho referencia con Hobbes... Más de cuarenta años y nadie se ha preocupado por erradicar el virus, hasta que llega al hombre blanco. Pero, ¿qué podemos esperar? Si Bayer, el laboratorio (empresa) alemán, que obtuvo unos ingresos en 2009 de 31.168 millones de euros, dijo que no haría medicamentos para una enfermedad muy común en India, porque, y cito textualmente, "no fabricamos para pobres que no pueden pagar".

Y aquí quería yo llegar. El problema de que los laboratorios sean empresas privadas, a demás de la explotación laboral, es que busca hacer dinero y nada más que eso. Engordar su capital, sin cuestionar siquiera que están tratando con la esperanza de vida de millones de personas. Y como decía al comienzo, os cuento la noticia que vi. Un señor con hepatitis C, residente en España, no puede acceder a la cura del virus por cuestiones económicas. Y hablo de la cura, no es ningún tratamiento que adormece los síntomas, o da un poco de esperanza, no. Hablamos de un medicamento que CURA al enfermo... Pero ese señor seguirá enfermo, pues la seguridad social de nuestro país no cubre ese tratamiento, y cuesta 80.000 euros. ¿Sabéis lo más curioso de todo esto? En Egipto, militarmente ocupada por EEUU y por imposición, el sistema político y social del imperialista, ¡ese mismo tratamiento cuesta 900 dólares! ¿A que no adivináis de dónde es el laboratorio? Efectivamente, abandera las barras y las estrellas. 

Es triste que se juegue literalmente con la vida de las personas al no darles una clara salida, porque la excusa de que cobren 80.000 euros para amortizar la investigación, es mentira. Eso es lucha de clases, por mucho que odie el discurso marxista, y lo peor, es que está seguida de la lucha entre pueblos. Me recuerda a aquello que me contó mi abuelo... Cuando Franco cogió las riendas de una traicionada y machacada España, iba repartiendo pan por los barrios castigados, solo para limpiar su imagen, al mismo tiempo que fusilaba a los demócratas contrarios a él. Poner precios así a medicamentos tan necesitados es un retroceso humano, un asesinato a quien haya nacido en África, con el ébola, o en España, con hepatitis C. Sólo espero haber conseguido concienciaros poniendo dos ejemplos que pueden parecer dispares, cuando realmente es lo mismo, solo que uno nos toca en nuestra tierra, y al otro nos tienen acostumbrado de que es así.