domingo, 3 de mayo de 2020

Y no pasa nada

Voy a guardarte como un amuleto
de amor de causas justas de vida.
Soy una sombra desde el día en que nací
yo lo sé yo lo tengo presente y claudico
cuando intento ser luz al lado de tu luz.
No pasa nada;
eres me basta ya conoces el resto.

Tan solo me arrepiento de saber tarde
                 (casi siempre lo es)
que la vida iba en serio
de hablar siempre lenguas distintas
de absorber de ser sombra de no
respetar el tiempo y la distancia.
Y no pasa nada porque sé
que no he muerto.

Asumo el miedo los cortes la sangre
de tu cuerpo y el mío el sudor corrosivo
la viva imagen de lo imposible
era una paz simultánea.
No hay sitio para el perdón
donde ya no queda culpa
donde ya el recuerdo es
lo más puro que sobrevive en mí.

Quizás ya sí es tarde y no pasa nada
por mucho que retumbe aquel verso
de primavera; y de pronto la puerta
no es un error del muro o quizás sí
o quizás vemos puertas entre las grietas
o han crecido de la tierra después
de tanta tanta lluvia no lo sé.

Lo que la muerte no podrá quitarme
viste una piel como la tuya habla
la lengua que tú hablas me sujeta
igual que la idea de saber que existes.
Asumo, insisto asumo también tu diagnóstico
del desastre de los cuerpos que se atraen pero
ya no somos corpóreos, es absurdo
pensarnos como realidad.

Existimos sí
pero yo sé de eternidad
porque tú me has querido.

Lo demás da igual
y no pasa nada.



Resolución de ser feliz por encima de todo, contra todos y contra mí, de nuevo -por encima de todo, ser feliz-.