martes, 7 de abril de 2020

El hambre invisible

¿Cuál es el origen del poema? Era necesario que te cruzases en mi vida para crear todo lo que he creado, pero es muy banal pensarte como un medio. El poeta se debate entre ser un ladrón de palabras o un inepto que no entiende nada pero se cree todos los besos que le dan. En esa guerra he estado siempre, sin saberlo. Ahora tomo conciencia de todo, lo entiendo a la perfección. Todo lo que me corresponde, quiero decir. Mis dudas elementales, como una suerte de Evangelio, siguen ahí: ¿Por qué yo, si tenías todo a tu alcance? ¿Por qué te vas? ¿Por qué no te has ido? Amén. Demasiado compromiso para edades tan sedientas, dice Santi en su libro. No puedo empatizar con él porque yo no he sido un cazador de cuerpos; yo quería la paz, la calma, la seguridad. Y me llamaban criminal por ello.

Ahora lo entiendo todo, decía: yo no podía asumir todo lo que necesitaba aquel proyecto inestable, discontinuo e improvisado. No al menos con el gran desconocimiento de mí que tenía. Ahora me sé al dedillo. Por eso vivo en una trinchera infinita del mundo. Era cierto, no, Guille, no estás bien. Maldita paciencia eterna la tuya. Tuvimos que romper el tiempo para detenerla y que fueras cabal. Era cierto, no puedo ser feliz con nadie, era cierto. Ahora me conozco las esquinas que tú viste antes incluso que yo. Mirada felina y astuta. Te he escrito algunos poemas más, ya con la autoridad que me da el fracaso, como diría Fitzgerald. Aunque he encontrado otros mares, sigo viviendo en un desierto. ¿Puedo decirte que todo me sabe a poco?

Hace unas semanas leí un libro que quise recomendarte. Lo detesté, fue horrible, pero seguro que te encantaría. Un día negro en una casa de mentira. Tal vez lo quieras buscar cuando acabe este simulacro de apocalipsis occidental. Con la lucidez del tiempo pienso bastante últimamente. Lo hicimos tan mal. Y aun así te reirás: volvería a revivirlo sin dudar. Tengo hambre. Cuídate mucho. 


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