viernes, 4 de julio de 2014

(P) Los dos puntos de la felicidad

El término "borrego" pierde fuerza por tanto uso, aunque realmente el mundo es nuestro campo donde pastamos, y no hay más lobo que nosotros mismos, y no hay peor pastor que la ignorancia y el despropósito por el quehacer cotidiano. Es "estar por estar" sin buscar un objetivo claro más que buscar aquellos detalles que nos produzca un subidón de serotonina en todo el cuerpo para que nos la sude lo que pasa en cualquier otro lugar del planeta, del país o hasta de la casa que compartes. El fin de la vida del ser humano, decían algunos clásicos griegos, era encontrar la felicidad. Aquellas éticas eudemonistas que se centraban  buscar lo bueno con una pizca de divinidad es el claro ejemplo de auto ayuda espontánea y natural de nuestra especie. Lo bueno, para sentirnos bien, con ese único fin, porque al final es el sujeto que actúa quién juzga qué es bueno y qué no lo es. Y, como no, el consuelo del más allá. Podemos vivir virtuosamente y hundirnos porque no tengamos futuro, porque todo esto sea para nada. El hombre necesita un fin, ya que sin ese fin está perdido.



Por lo tanto, de aquí se deduce que ningún hombre puede ser feliz, o sentirse lleno (por embellecer el lenguaje) si no tiene en su vida alguno de esos dos puntos (felicidad y/o divinidad). El hombre que vive en la ignorancia por la educación recibida, en nuestro sistema socio-económico, por ejemplo, vivirá feliz con una casa, hijos, hacerle regalos por doquier a éstos en determinadas fechas... Consumo, pero ya es algo. Ya es algo que llena a la persona, la llena de mentiras, porque al final nos quedamos fríos y pudriéndonos lentamente. Si no puede permitirse el consumo, siempre queda la divinidad. Aguantar el calvario del más acá con la esperanza del más allá, que nadie sabe si llegará... Siempre existen los que tienen los dos puntos en sus insignificantes vidas. Me recuerda a la película de La Isla. Todos felizmente realizando labores que no tienen por qué causarles felicidad. Todos felizmente esperando a que les toque su turno de ir a la isla deseada, algo así como un paraíso, bienestar eterno... Muy bien pintado todo, pero lo que iban a la isla, es porque sobraban.  La isla no existe, pero es aquello que mantenía con alegría a los sujetos. Claro que ellos no sabían si la isla existía o no. Nosotros tampoco sabemos si existe un cielo o no. No puedes comprobarlo, solo te queda tener eso que llaman, fe. Sumisión y el consuelo de que algo mejor vendrá es lo único que te queda si la vida no te ha conseguido hacer feliz con su cotidianidad. Y como no, entramos en un estado de compresión imprescindible para comprender cualquier barbaridad que servidor pueda soltar, y es tener en cuenta que YO no soy feliz, pero si TÚ estuvieras en mis condiciones, quizás lo serías. Cada persona es un mundo, hay quien es feliz por despertarse entre cartones, y otros a quienes eso mismo es un castigo, aunque lo hagan en una cama. Los conceptos metafóricos hay que entenderlos siempre con su parte necesariamente materialista. Cuando hablo de felicidad, obvio un previo proceso de captación y reconocimiento mental de algo que produce que nuestro organismo secrete serotonina u hormona de la felicidad. En los perros pasa igual, los niveles de dicha sustancia aumentan al ver a su dueño, somos química, manifiestamente somos solo un cuerpo que reacciona ante un ambiente ambiguo de distinta manera. Por eso hay perros "sociables" y otros menos sociables. Por eso hay humanos sociables y tímidos, buenos y malos... Hay perros callejeros que serán más felices que alguno doméstico, igual que hay vagabundos felices y ricos amargados. Esa frase de que "el dinero no da la felicidad" es un jodido alarde de subjetivismo. El dinero no le da la felicidad a un número de personas, a un misionero que es feliz ayudando en el Congo no, pero díselo a algún cerdo que esté en el Parlamento, ¡si están ahí por eso!

También me llama la atención que la gente sea feliz en compañía, con amigos o con la familia. Yo me siento más tranquilo en familia que sólo, pero es una tranquilidad existencial, no en base a ningún miedo. La gente tiene miedo de quedarse solo y funda falsas amistades y relaciones, en base a lo que esas personas creen que es lo ideal. Si lo ideal es tener 50 "amigos" a los que quiero a todos por igual, se quedará con 50 conocidos majos, y cada vez que se relacione con alguno en privado será como volver a hablar con aquel amigo del colegio que hace años que no lo veo. Las macro amistades son un simple escudo ante el miedo eterno a la soledad. Incluso llegan a creerse que se quieren entre sí, cuando es un amor utilitarista, con el único fin de no acabar solo, y se crean cuentos de princesas con medias naranjas y tal, cuando las dos partes se están exprimiendo a todo el barrio. Falsedad por las esquinas y en las calles, lo que en inglés se denomina posser y algún intelectual españolito llamó "postura", y no es más que actuar. "Mi novio es lo mejor que me ha pasado en la vida" y llevan dos semanas. "Aquí con los mejores" como pie de una foto, y los mejores cada día son unos distintos. Ser feliz mediante relaciones sociales es ser feliz en base a la mentira, porque incluso el amor se idealiza, como expuse antes.

Ahora pongámonos desde otra perspectiva, pero sin abandonar la nuestra. Imagina que nuestro sistema económico fuese justo, tanto como nos lo pintan. Imagina, y siempre imagina, que hubiera algún Dios, algún paraíso donde experimentar la felicidad y el gozo eterno. Imagina que simplemente con existir, con consumir y creer, ya se alcanzase la felicidad... Es difícil si realmente has comprendido todo lo que he desarrollado.

Estamos en un continuo cambio, y cada individuo es distinto y especial, y si a mi me hace feliz eliminar a todo sujeto que provoque la homogeneización de la sociedad, a otro le parecería una barbaridad, y se limitaría a cumplir sus sueños, carentes de futuro, porque al final todos dejaremos de consumir oxígeno.

Igual mañana pienso distinto, no sé. Igual mañana me hace feliz ver el Sol.

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