¡Hola! Debido a las circunstancias que estamos viviendo no voy a enviar Ventanas rotas (mi libro recién publicado) hasta que no pase la cuarentena y sea seguro exponer a las trabajadoras de Correos, por ello, para hacer algo más amena la espera y la cuarentena particular que cada una estemos viviendo, quiero compartir el primer capítulo del libro.
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Para los que no encuentran la paz
entre el ruido de los hombres.
Para los grandes actores
que callan un llanto y fingen
su costumbre de normalidad.
Para el que no sabe
de la calma porque vive
en una casa con ventanas rotas.
Para todo aquel que habita
en la grieta que brotó de sí.
Somos huérfanos del destino.
Mi abrazo es universal
para el calor de los nadie.
Larga vida a quienes hacen arte,
aunque la muerte los arrastre
a las esquinas.
I. EL
MURO DE CRISTAL
LAS LENGUAS
El viento sopla con aires de
rencor,
las ventanas, como escudos de
verdad,
tratan de hacerme ver la calma,
el tiempo, la palabra que no es
dicha.
El viento suena como un grito
de dolor, me pide que deje de
escribir,
que no dibuje la realidad,
que calle por miedo a la tormenta,
pero la tormenta espera mis
pasos
besando el pomo de la puerta.
SERÍA
La noche fue condicional
porque en soledad el silencio
es siempre una verdad incómoda.
¿POR QUÉ DEJÓ DE
VOLAR, PREGUNTAN?
Lo rozó una sombra a traición. Sucedió mientras miraba aquel abismo, sin
darse cuenta de que lo que allí habitaba, o moría, o descansaba, también lo
estaba mirando. La sombra se posó primero en su pecho, fue quemando sus plumas
y quebrando cada hueso. Respiró la ceguera que alumbraba, luego exhaló un humo
de hastío y desidia. El rumor del último suspiro decía algo sobre sus alas.
Nunca voló, siempre fue una frágil figura a ras de un suelo roto ya por el
tiempo y los descuidos.
Lo que
creen que lo mató
fue
saberlo.
LA LUZ QUE SE VE CON LOS OJOS CERRADOS
Aunque salga el sol
y las ventanas no estén rotas
ni las persianas caídas,
aunque el colchón siga vacío
con las sábanas abatidas
como tras una guerra,
la llama de la tristeza
aún no ha convertido en ceniza
el cuerpo que habitan mis
demonios.
Un hombre nuevo espera;
no sé cómo decirle
que prefiero llevar
mi
luto
por dentro,
que no es la hora
de cerrar mis ojos.
¿POR QUÉ NO ESCRIBES?
Ya está escrita toda la pena
y una sombra habita mis
cuadernos
como quien limpia una casa
vacía desde hace años.
Me mira el papel en blanco
estoico como los ojos del espejo
y me pregunta:
—¿De
verdad quieres que me repita?
ESTE POEMA PODRÍA SER MENTIRA
Suelo pecar de romántico e
idealista,
de creer en salvavidas y ángeles
que miran a mis ojos sin saber
por qué.
Busco morder la fruta
sin escuchar a ningún dios, sin
saber
si aquel bocado me condenará
a un infierno de amor imposible.
No hago caso de la serpiente
que se postra a mi lado.
No aprendo de Adán,
sigo siendo Eva.
No hay nada más dulce
que el fruto del Edén;
Lilith es un invento
de los hombres.
Detrás del árbol
solo había soledad.
YO HE MUERTO CIENTOS DE VECES
Si
me asusta
la
muerte;
no
es porque la presienta:
es
porque la recuerdo.
Ángel González
He visto desligarse una sombra
de mi cuerpo,
abrirse el cielo en dos
cuando el sol resplandecía.
He dormido en inviernos
con ventanas rotas;
he pasado días de agosto
sin techo y bajo sábanas.
Tuve que callar el silencio
que mis labios encerraban
e inventar esa luz
que jamás he logrado ver.
Levanté a mi alrededor
muros y andamios
para ignorar
el paisaje devastado por la
lluvia.
Soy hoy los restos
de un intento constante
por tomar una última
bocanada de aire.
Soy el polvo y el mar
que entierran el mundo,
soy lágrima eterna
y pena encontrada.
Yo me he convertido en pájaro,
en luna que muere de hambre,
en cuchillos de hielo
y peces ahogados.
Soy todo un teatro
enterrado bajo la arena
donde nadie puede respirar
ni aplaudir ni llorar la escena.
Yo he muerto cientos de veces,
¿tú
temes hacerlo una vez?
LA POLÍTICA
A menudo me dicen
que me meta en política,
porque no me gustan los
privilegios
ni las injustas desigualdades
ni la necesidad de elegir en
invierno
entre hambre o frío.
Quien no sabe de política
y, por casualidad, me oye hablar
de ella
con la sinceridad que se escribe
adiós,
me habla del peso de mis
palabras,
que creo en lo que digo, dicen,
por difícil que sea.
Yo suelo reír y esquivar la
pregunta.
Por dentro, pienso:
Si
no he sabido construir hogar,
¿cómo voy a hacer país?
ENTRE DIOSES Y
REYES
Me imagino en un
trono de madera guardado por una fría y enorme sala repleta del silencio que
habla por mí. Hace meses —demasiados ya, hasta para un rey— sabía de un rumor
sólido y creíble: antiguos aliados, y hasta entonces desconocidos, se
maquillaban como enemigos subidos en armas de altura en la noche. Pensé que fue
la historia con su habitual costumbre de destronar y exiliar a hombres
poderosos. Bastó mirar la bóveda de cristal sobre mi trono para no darle mayor
importancia. Ya vendrá la guillotina para besar mi nuca.
Obcecado en mi
mandato de ausencias, tuve fe en las murallas de mi reino; nadie más había
querido entrar, pues solo yo y mi omisión estábamos tras ellas. Pero ese rumor
ávido y certero se acercaba. Solo era un rumor, no existía, solo eran las
aspiraciones heladas de un cuchillo a kilómetros de mí. Sin embargo, olvidé que,
al ver el verbo, éste toma existencia indiscutible.
Con mi virgen
divinidad abandoné el asiento, y tras la ventana cerrada, la batalla más sangrienta
e ignorada se cobraba en cada palabra un trocito de vida. Tomó sentido entonces
el rumor, y ya no era un canto burlesco dibujar la hoja de la guillotina en un
papel de seda. Contemplando la muerte bailando entre dos cuerpos, sonreí. Yo
era quien no le seguía el ritmo.
Comprendí que no
era un castillo, sino un templo; que no era un rey, sino un Dios que ignora las
plegarias de su creación; que no tenía más poder que la soledad, que solo tendría
compañía en el infierno donde se mueren por volver.
CARENCIAS
Porque te haces
más grande
bajo las miradas
insistentes
y sus ojos
anónimos.
Porque pareces —incluso—
más fuerte
cuando mientes en
la ciudad
que ya no es tuya.
De ahí que no te
crea
cuando hablas.
De ahí mi silencio
tras tu palabra
muda.
LAS HOJAS SECAS DE LA ESPERA
¿Qué esperabas
encontrar
en un solar de
ventanas rotas?
¿Acaso unos pies
sin heridas del
camino
cansados de su
suerte?
¿Un otoño
que disfrace los
cristales afilados
con su fina capa de
hojas muertas?
¿Esperabas
que hubiera vida
donde no sale el sol?
APERTURA
Hay que cuidarse
de amar
delante de una
ventana.
Por las miradas
indiscretas,
los intrusos
cuerpos
y los gritos de
madrugada.
Pueden fugarse las
horas,
compartirse el
amor,
perderse el
tiempo...
Puede toda una
vida
quedar a merced
del vacío
que acoge el
abandono de una casa
con puertas y
ventanas tan abiertas
que no pueden ya
guardar nada.
ANTES
QUE YO
Ya te
conocían antes que yo,
escribieron
sobre ti
y te
contaron sus secretos.
Jaime
Gil de Biedma sabía
lo que
era estar a tu lado,
Luis
García Montero
leyó en
los ojos de Almudena
tu
prosa,
Benjamín
Prado adivinó
que tú
eras la respuesta.
Gloria
Fuertes te contó
algunos cuentos
y el misterio
de la
piel desnuda de dos mujeres.
Ángel
González sigue temiendo
que
acudas a su llamada.
Pizarnik
aun no sabe
cómo
cerrar tus cortes.
Benedetti
te dejó con tus puestas de sol
y tus
amaneceres,
Neruda
sigue paseando por la playa
esperándote
mientras mira al cielo
sabiendo
que ya no sois los mismos,
y
Alberti condenó los trenes que os separaban
de
balcones infinitos donde no cabía el mar.
Rafael
Pérez Estrada reconoció en mí
el
vértigo de su levitador, la sangre
que sale
también de estos poemas
al
abrirlos.
Machado
descubrió en ti la eternidad,
luego
Joan construiría tu recuerdo
con una
hermosa arquitectura.
Miguel
Hernández, como tú y como yo,
llegó
con tres heridas
que
nadie podrá curar.
Todos
ellos
ya te
conocían
mucho
antes que yo.
ESTATUAS
Nos pasan los años
como el agua cae
sobre las estatuas.
Se visten entonces de polvo y
suciedad
y el sol les regala una
presencia
que impone el respeto en los
ojos que miran.
Crecen en la intimidad de su silencio;
en nosotros igual que a ellas
el tiempo nos enseña a esperar
y ahora buscamos la intención
más
que el gesto;
el
cariño
en
lugar de la caricia.
ALMOHADA
Esta
almohada se parece a la tuya.
Juega a
ser espejo de barro,
imagina
que puede reflejar
algo del
pasado en una noche eterna
y
anterior a esta soledad.
TEORÍA DE LA INVENCIÓN DEL DESASTRE
Hicimos
trampas
prometiéndonos
el mundo.
No
teníamos nada.
Solo una
lluvia de cristales de sal
nos trazaba
caminos verticales
en las
mejillas.
Yo soñé
unas vías de tren
con
tendencia a regresar
de donde
nunca se debió partir.
Tú
dibujabas en el aire
el
contorno de una ventana
donde
decías que estaba
una
pared con mi nombre.
La pared
la inventabas
como un mimo
su cárcel.
Allí no
había nada
más que
tu asfixia.
EL LÍMITE
Nos
confundimos tanto... Estamos tan equivocados que creemos ciegamente las voces
que nos llegan desde cualquier horizonte. Acumular, acumular más y más y cada
vez más, hasta el punto de abandonar en un olvido infinito lo que tomamos antes
de ayer entre las manos. Nos han engañado de una manera horrible, nos han
deformado, porque nacemos puros, inocentes, buenos... Eso quiero creer, eso
siente el niño creador que llevo dentro, al que no le permito que suelte las
riendas, al que alejo del camello que carga con los mismos lastres que los
demás, y con el que dialogo para hacerle entrar en razón y explicarle que ya he
sido suficiente león, que ya hay muchas ciudades rotas, muchos lugares
abandonados por él y una eternidad de hábitos que ahora nunca, nunca más.
Entonces
me miran sus ojos vírgenes que no conocen el mal y pregunta, con la inocencia
que tan valioso lo hace, por qué el resto solo quiere
consumir, comprar, poseer, gastar, usar y tirar tanto como sea posible.
Y
yo, con la experiencia de haber sufrido aquellos valores, le hablo de cadenas,
hambre y grilletes; le hablo de la necesidad de maquillarse para la mirada
ajena, le muestro las máscaras que visten, la sonrisa que enseñan y el llanto
que guardan; le digo que no es aquella la verdadera libertad, sino aprender a
estar solo, a decir que no cuando no se quiere, a cuidar nuestra voluntad verdadera
—que es todo el tesoro que un espíritu libre puede guardar—.
Tras un breve silencio, añado que hoy, ser libre, se asemeja a una casa vacía
que nadie quiere habitar.
Entonces
calla en la profundidad
de
los ojos con los que mira.
Y
no me entiende.
Y, si no hay
cielo,
¿qué nos queda
por asaltar?
PUNTUACIÓN
Escribimos
para cerrar etapas
de una vida que no supimos tener.
Escribimos para ver
lo que los ojos no ven,
para encontrar bajo la tinta
las palabras que nada más
logramos entender en silencio.
Escribimos porque solo en el papel
tiene sentido
un punto
y final.
BANDERAS
Basta ya de
alimentar el símil de la guerra, la metáfora de muerte como
soledades no cesa en su insistencia por resucitar, pero hoy lucen banderas como
nunca antes se izaron con un pudor tan frágil como las patrias. El punto se ha
alejado de la coma para cobrar protagonismo merecido —y necesario como
tantos dolores— con la fuerza imparable de un reloj, y la historia agradece
su trabajo al son de un tic-tac que cae como nubes de
plomo.
Esas banderas...
Son hoy de un blanco tan puro que hiere al mirarlas. Me acerco a una de ellas,
no sé si con más timidez que vergüenza, o tal vez sea solo miedo, solo temor.
Escribo en uno de sus vértices ¿cómo, por qué, cuándo...? Y
canto el himno mientras cae una lágrima, pero no es orgullo —eso duró lo que
duran las palabras en el viento—, sino la tristeza más sentida,
profunda, merecida
CANCIÓN
DE AMOR
(PERDIDO)
Era cuestión de tiempo
que cayeran del cielo
las estrellas que tiritan.
Los balcones se deshacen
como alas de golondrinas
tristes y oscuras
cansadas de volar.
Era cuestión de tiempo,
el eterno reloj de arena
acabó por secar el mar
con el paso de las olas inertes.
CÓMPUTO
DE DAÑOS
Si hoy dueles, cicatriz mía,
es porque un día ignoraste
la opción de sanar bien.
...
Tímida esperanza, si vives hoy
es porque no tuviste la fuerza
necesaria para morir.
...
tristes ojos rendidos al silencio,
es por el repleto vacío admirado.
...
Vosotros, brazos abatidos,
que no tenéis cuerpo que abrazar,
descansad hoy conmigo, descansad.
Ilustración recibida en una carta de Marta Ruiz
Anguera, artista mallorquina, como parte de su Proyecto epistolar (2019).
PROYECTO
EPISTOLAR
Carta a M. R. A.
No
encuentro el orden de las palabras que busco
cuando
caigo de lleno en tu imagen
perfecta
e inmortal.
Tal
vez “armonía” deba estar entre ellas.
La
paz que desatan tus manos
al
acariciar el blanco del lienzo
es
un precioso aviso:
El arte está a punto de hacerse verbo.
“Fuerza” es otro aliado en forma de palabra.
Solo
hay que mirar
el
ardiente castaño en tus ojos,
el
ángulo valiente y seguro
que
nace del vértice lírico
donde
se unen tu cuello y tus hombros.
No
encuentro el orden de las palabras,
pero
doy de lleno con un refugio
al
ver tu obra
cuando
cierro los ojos.
Así
es el arte,
aparece en silencio,
con la única compañía
de
un cuerpo y su soledad.
GATOS
Hablan de un hilo rojo
como manos y ojos del destino.
No hablaron de su fragilidad,
aunque de tanto jugar con él,
de tanto tirar y tirar,
nos hicimos eco
de una particular naturaleza
que nos encuentra en el abrupto espacio
una y otra y otra vez.
Se reconstruye con un rumor de esperanza
que no es ni tuyo ni mío
sino de un futuro vago
cansado de hilar olvidado y lento.
Seremos entonces las cuerdas que nos atan
al viento que arrastra la bruma intrusa en la ciudad
para no olvidar el mar del que venimos.
Cruzaremos inadvertidos la frontera
que cubre de tierra las cenizas
del pasado. El paso vacilante
no dejará huella alguna
pese al descaro violento
de unos dedos
buscándose en lo imposible.
Seremos cuerdas y libertad,
niebla y ceniza, eco y violencia.
Seremos como gatos
que huyen de la mano
que les da de comer.
LA RESISTENCIA
Me quedé solo, con poemas
nacidos
en despedidas de urgencia,
un manual de excusas
escrito a lápiz
y un mapa que olvidó
el lugar donde guardo
la sinceridad más pura,
tímida, inocente.
CUESTIÓN DE ESPACIO
No cabía en esa cama
con los ecos
de unos cuerpos
sin nombre.
LA ETERNIDAD DEBE SER ALGO
PARECIDO A ESTO
Está vivida ya
toda la vida, no quedan metas y los referentes han pasado a ser una vergüenza.
No es nada nuevo, lo sé, tampoco pretendo reinventar el polvo que ahora soy.
Unos versos en un papel pasan desapercibidos por el desorden de mi escritorio.
Justo ahora los veo enfrente de libros que tratan eternos capítulos sobre
libertad, liquidez y espectáculo, bolígrafos gastados, tres dólares —sí, dólares;
resulta hasta metafórico: podrían valer algo, pero aquí no valen nada—, algunos tiques,
palillos de la ropa... Esto es demasiado absurdo, pero al menos resulta
armonioso en su penosa medida.
Los versos,
decía, se desploman así:
Tapo con palabras
las grietas de esta
casa vacía.
Al lado duerme
la letra de una canción: Será un reencuentro inesperado en noche
azul... Y continua. No sé ni siquiera la intención. También hay una
pauta sobre la retirada de un tratamiento farmacológico firmado por una doctora
que podemos añadir a la gran y prematura lista de intentos fallidos. Es triste
que esta sea la realidad: la vida ya solo es inercia, si es que acaso queda
movimiento alguno. Al menos observo… Aun puedo ver, entonces escribo
metódicamente, sin que nadie lo sepa, una des-cripción exhaustiva en mi cabeza.
Pero ya no siento nada nuevo. Todos los días son el mismo día.
CONCURSO ABSURDO
El silencio:
una habitación de
suelo yermo
del que brotan
inquietas malas hierbas
—seductoras
y ocultas—
en forma de
preguntas
y rotundas verdades.
LA VERDAD, EL TIEMPO O
EL VACÍO
Que fuéramos los
únicos que conocían el rostro escondido tras la máscara era lo que nos hacía
grandes. Anónimos para la mirada ajena, nadie sabía qué estaba ocurriendo
detrás de aquellas ventanas empañadas en noviembre.
La idea ha vuelto a huir de mí.
No encuentro palabra ni imagen.
Tampoco sé qué me asusta más:
la verdad,
el tiempo
o el vacío.
Y me escondo de
nuevo. ¿Qué hacer si no...? Solo quiero evitar los espejos, el polvo y
demasiadas canciones. Pero aparezco conduciendo y la radio empieza por romper
mi estrategia. Me salto una salida y acabo en el sitio equivocado. Cierro los
ojos y la tormenta perfecta no puede romper: ya no me acuerdo del reflejo.
Pero aún sé imaginar
palabras escondidas
en el vaho.
Aunque me lo
invente
todavía sueño
que sonreía.
I
QUÈ ÉS LA VERITAT?
Trist
el qui mai no ha perdut
per
amor una casa.
Joan Margarit
Sobre los labios que se hicieron
palabras de amor,
entre el insaciable desorden
de unas sábanas deshechas,
bajo la ruta de asfalto
que envenena la ciudad,
nace de la calma
una
pregunta:
¿Fue nuestra la historia que
inventamos,
o solo las manos que la hicieron
realidad?
CAMINO DE LIBERTAD
I
La poesía y la
libertad tienen algo en común:
para ser, ambos
han tenido que cargar
con el peso de
todo.
II
Pobre el alma que
se dice libre
y solo fluye por
caminos ajenos.
III
Decirse libre
es elegir
qué no hacer.
IV
Contempla cómo
muere el río
en la inmensidad
de un mar
sometido por la impasible
costa.
EFÍMERO
Yo he regalado
una eternidad con estos poemas,
pero ¿quién me hará ahora
a
mí eterno?
Tan solo el paso del tiempo
conoce el enorme absurdo
de mi pregunta.
Nada, nunca, nadie.
LA REALIDAD
I
Todo son
a fin de cuentas
esfuerzos por ser
escuchado.
II
Rompe las cadenas
que te salvan del
vacío;
luego disfruta la
breve libertad
mientras dure la
caída.
III
He intentado
refugiarme entre
tus labios
pero no dices
nada.
IV
Hay una lágrima
cayendo por dentro
y no quiere que
nadie la vea.
No quiere
responder ya.
SER DIOSES
Jugamos a ser dioses,
desatar tormentas,
ignorar las ruinas
hijas de nuestro infinito poder,
pero despojados de toda fantasía
y
entre mortales
lloramos ahora
la ira de un pasado
que sigue matando en el
presente.
ANATOMÍA DEL CUERPO SOCIAL
Lo erótico de lo prohibido
y la banalidad del mal
van siempre de la mano;
con la que les queda libre
acarician cuerpos
mientras caminan lento
sin mirar dentro
de los ojos con los que juegan.
CIUDAD GRIS
Si no sobrevive mi soledad al
tiempo
volveré allí algún día con mi
hijo,
y entre rascacielos como lápidas
grises
nubes de prisa y cuerpos que
caminan
como huesos durmiendo bajo el
asfalto,
le diré, sin mirarle a los ojos:
¿Ves
todo este campo?
Antes
fue ciudad
con alguien que no es tu madre.
SEIS DEL DOS DEL RESTO DE LOS
TIEMPOS
El cielo ha
querido congelar
el mundo que hoy
se habita
más lejano que
nunca.
Perdidos para
siempre el café
y su estación, los
hijos en el jardín,
el restaurante y
su miedo a las doce.
Un reloj
despistado por el frío
y un calendario
que siempre vuelve
me resuelven la
agenda del día:
Un beso en la frente, cuídate.
Estima en el tren
los daños colaterales;
mientras yo firmo la sentencia
alguien juega a olvidarlo todo.
.
PROTOCOLO Y
ESTÉTICA
Parece que solo sé escribir
en la intensidad de tus albores.
I
Como dos titanes,
como dos reyes de naciones enemigas
unimos tiernamente nuestras manos
y a nuestro paso caían rendidas
ciudades bajo nuestros pies.
Pero la guerra es fiel al tiempo,
y aunque amor e imposible
hayan sido siempre aliados comunes,
un reloj de arena trazó fronteras
de acero y sal entre tu vida
y el redil de la mía.
II
Ahora me cantas al oído
una canción de calma
y hielo roto en primavera,
me haces visar la paz definitiva
y ciegamente, como casi siempre,
me lanzo a firmar el contrato
con tal de volver a dedicarte
algunas palabras.
Aprovecho la oportunidad y sonrío,
sincero y correcto,
escondo mis heridas
y decimos adiós.
BREVE
CONFESIÓN A UNA ALMOHADA DE BARRO
Tenías
razón:
lo
contrario al amor
no
es el asco ni el odio,
ni siquiera
un rencor pasajero.
Lo
contrario al amor
es
la indiferencia.
A
UN ESPEJO EN SILENCIO
¿Qué
paz es esta
si
brotan del suelo
cadáveres
y siempre
la
misma esperanza rota?
EL PESO DE LAS PALABRAS
A LO LARGO DEL TIEMPO
Lo que
dijéramos entonces al resto daba igual.
Yo sabía que el
cielo se estaba rompiendo
y asomaban tus
manos entre las nubes.
Tiempo después
empezamos a notar
los efectos de
aquello. La noche
invadió el día,
las estrellas
nos eclipsaron,
y te quedaste
sin
respiración.
Debo ser el
único superviviente:
no hay rastro de luz,
pero aún se
escucha el murmullo.
EL
MURO DE CRISTAL
Me quiebro en dos ante este muro
que nadie más que yo puede ver.
Estoy
saltando a un vacío impensable
y oigo conversaciones ajenas
en la caída constante; no quiero
formar parte de ellas. Dejo
entonces
mi cuerpo caer.
—Como si tuviera voto mi
voluntad—.
Me acompaña un viento que viene
y va,
un salvoconducto que a tantos
ha visto ya pasar de esta vida
a su final, tan solo por chocar
de frente contra la nada
durante demasiado tiempo.
DEDICATORIA
A DESTIEMPO
A ti, que me querías ver
tras esta ventana y su
luz,
con un café parecido a
este.
Te digo que no entiendo
tu odio y tu rencor, tus giros de guion
sin avisar de que vas a volver
incendiando el
camino correcto.
CÍRCULOS
Yo sé que me
esperas hasta la mitad del día.
Luego rindes
cuentas a tu rutina.
Yo te sé entera y
deseante,
cansada de lo
conocido
huyendo hacia
adelante
todo el tiempo
detenido de tu vida.
Pero siempre
quieres volver a mí
por eso incendias
los puentes
para ser fiel a
tu esencia;
no entiendes que
no sea ya ceniza.