viernes, 19 de abril de 2019

Simulacro de evasión

Alguien se ha dado cuenta de que ya no estoy. Me extraña, tengo que admitirlo, porque en un rebaño con cientos (o miles, en ocasiones) de ovejas, ni el perro que pastorea se da cuenta de que falta una. (Me estoy llamando oveja, que te veo decirme soberbio en el primer párrafo).

Mi pelea con las redes, como sujeto social que soy (hola, aquí humano), es precisamente porque dejamos de ver personas detrás de la cultura del like, el fav y el follow. Hace bastantes meses dejé Instagram borrando mi perfil, y creo que absolutamente nadie lo ha echado de menos, "excepto yo". Me cansa ver como tanta gente pasa historias de personas que tiene como amigos con una velocidad y una indiferencia horribles, tanto como la calidad que tenemos ahora para querer a la gente. Instagram es el fin de lo social presentado como expansión de lo social.

Hace poco leí en twitter que si no te responde a las historias de Instagram, no te quiere. Probablemente fuese ironía, pero piensa por un momento en cuánta gente piensa de este modo. Estar rodeado de este imaginario colectivo, de esta forma de entender el mundo, me hace sentir muy incómodo.

Twitter me ha espantado por muchísimas razones. La que más, la frivolidad con la que se trata absolutamente todo. Me agota precisamente eso, tanta frivolidad, es el imperio de lo absurdo. Y alguien dirá que eso es Twitter: reírse de un meme absurdo (lo cual no tiene nada de malo). Pero también es un espacio donde pseudointelectuales pretenden mantener debates sobre Hegel o Kollontai, según toque. Aunque quizá el fenómeno más absurdo de Twitter consiste en poner pedestales a gente idiota. Como ahora han re-viralizado LCDM: Stop making stupid people famous. Cualquiera es modelo, escritor, fotógrafo, líder de opinión...

Es un espacio no apto para el pensamiento, no porque no lo permita, sino porque lo asfixia. Conozco a personas muy inteligentes y que son bastantes activas en esta red, que conste.

Reconozco que estos meses me he pasado por twitter de vez en cuando a ver cómo estaba el patio, pero siempre encontraba alguna idiotez lo suficientemente grande como para darme la vuelta. No es nada personal. O tal vez sí. El caso es que también he mirado mi CuriousCat, y ahí alguien me ha pedido que "vuelva" en varias ocasiones. Otros tantos me han dicho que se está mejor sin mí, pero eso era estándar, creo.

Quizá el paso más grande haya sido salirme del grupo de whatstapp de la facultad en el que no se hablaban apenas asuntos de la facultad. No me importaba en absoluto las discotecas que necesitan listas o yo qué sé qué parida hablaban cuando me fui. Pero ahora se está mejor.

¿El resultado? He desaparecido de la esfera social. Factor determinante podría ser que mis relaciones sociales se limitasen a la propia facultad, y a ver a mis dos mejores amigos cada dos meses aproximadamente, no lo descarto. De cualquier modo, al desaparecer de las redes, he tenido la sensación de fingir una muerte, dentro de lo que, por cierto, he encontrado bastante placer. Estoy a punto de convertirme en un Robe Iniesta pero con 21 años, habiendo dejado de fumar y sin saber tocar la guitarra. Vaya.

En resumen, las redes me cubrían un vacío social propio de una sociedad que no sabe relacionarse. Pero lo cubría de un modo muy irreal. Y si algo me caracteriza es que necesito vivir en lo real. La cápsula roja siempre fue la única elección, y ya no quiero más pose ni más indiferencia, estoy cansado de "compartir" y que "compartan" conmigo cosas que realmente nos importan mutuamente poco.


P.D. Al huir de Twitter y de Instagram te das cuenta de quienes son los tuyos "sociales". O descubres que no hay nadie. Ten cuidado al hacerlo.

P.D.2. Tal vez es solo cosa mía todo esto de ver las redes como el fin de lo social, no me lo tengáis en cuenta, puede que simplemente no tenga amigos.

P.D.3. Hasta pronto.