Esta mañana no he podido evitar coger tu foto y mirar tu sonrisa. Lo primero que hice fue sonreír contigo. Justo después, apretar los dientes y dejar que las lágrimas acaricien mis ojeras. No porque ya no estés, no porque te fueses demasiado pronto. Fue porque yo no sonreía como tú. Quise pedirte perdón, por todas las veces que me he rendido, por todos los muros que no sé saltar, por mis calles sin salida, por todas las batallas que he perdido.
Quise pedirte perdón,
pero ya no estás,
y yo no quiero seguir.
No te abandones,él sigue presente en nuestros corazones y puedes presuponer qué te diría...
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