No cabe en una sociedad de masas el estudio del individuo. Es imposible considerar la individualidad concreta y para nada abstracta en un pantano social que homogeneiza sus integrantes, que militariza y arma con tarjetas de crédito a consumidores que van al campo de batalla, supermercados, centros comerciales y demás vías de consumo. Y dentro de consumo está todo aquello a un lado de lo meramente material, a un lado de, digamos, la estructura marxista.
Consumir placer, tiempo, personas, sufrimiento... Y total, ¿para qué? Para enterrar la parte de alma noble de individuo que tenemos, para hundir la valentía y ensalzar la inseguridad.