Si no eres parte de la masa, ¿para qué se va a interesar el orden establecido en mantenerte contento? Quiero decir, ¿para qué cuidar esos átomos del mar que no van a producir tempestades? Existe una estructura (refiriéndome a la superestructura marxista) que nos doblega, nos hace sumisos, sin darse cuenta de que es la propia maquinaria de autodestrucción de un sistema que genera sus propios demonios, los ángeles el orden venidero.
No cabe en una sociedad de masas el estudio del individuo. Es imposible considerar la individualidad concreta y para nada abstracta en un pantano social que homogeneiza sus integrantes, que militariza y arma con tarjetas de crédito a consumidores que van al campo de batalla, supermercados, centros comerciales y demás vías de consumo. Y dentro de consumo está todo aquello a un lado de lo meramente material, a un lado de, digamos, la estructura marxista.
Consumir placer, tiempo, personas, sufrimiento... Y total, ¿para qué? Para enterrar la parte de alma noble de individuo que tenemos, para hundir la valentía y ensalzar la inseguridad.