Diría que desde que tengo uso de razón he jugado a vídeo juegos, más o menos dinámicos o entretenidos, pero los he jugado. Resulta muy curioso que la mayoría, o los que más que entretenían eran en situaciones de "mundo abierto" en los que yo podía o hacer tal misión, o divertirme frenéticamente no pocas horas. Y la verdad, lo hacía. Cuando éramos niños íbamos de aquí para allá corriendo, siempre con ganas de llegar a otro lugar dónde hacer... otra misión.
Luego crecemos y la vida no nos parece tanto un juego. Nos encanta cualquier pausa, algún momento que, pese a saber de antemano que es efímero y que precede de nuevo a la rutina, es una pizca de descanso. Pausas... Yo sólo quiero pausas y no darle, de momento, a "continuar". ¿Por qué narices íbamos corriendo hasta la próxima meta? ¿De dónde sacaba yo las fuerzas para poder desbloquear esos objetivos? No hay intensidad, no encuentro ritmo ni espacio para un baile de evasión.
¿Estaría orgulloso mi yo que jugaba despreocupado cualquier nivel? O mejor dicho, ¿sería capaz de completar este?
viernes, 23 de enero de 2015
lunes, 19 de enero de 2015
Qué feo es el mundo sin Dios
Qué feo es el mundo sin Dios. Abandonados por Él, bastardos... Sus hijos no deseados. Tocamos salir así, pues estas cosas tocan, como tocan a ciencia los ojos verdes. Qué vacío es el mundo sin alma, sabiendo la sólo química que somos... Qué frío resulta todo sin amor, a sabiendas de que no existe ligado a la verdad, ligado a la salud mental... Tanto que lo feo es verdadero, que lo triste y vacío puede estar en lo cierto. Por desgracia, condenados los que lo sepamos. Tan alejado del término humano, ni el alma se reconoce ante Dios. Qué triste resulta despertar conociendo el final, y que da igual lo que hagas de por medio. Da igual qué persigas... Qué persiga, o qué persigamos... Los cuerdos somos pocos... Por fortuna para los locos. Qué triste se muestra el mundo con verdad, porque sin cielo, ¿qué nos queda asaltar?
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