Yo le conocí en sexto de primaria, y hasta ahora, ambos hemos cambiado notablemente. En moral, físico (por fortuna) y la propia praxis de nuestros valores, quizá en mi caso, más deteriorados, o ausentes. Él me recordó al buen chaval que yo era cuando le conocí. No lo hizo a propósito, solo lo que estuvimos hablando. Fue en muchos puntos, como mantener una conversación con mi "yo" de hace 2 años. O de hace 6, cuando le conocí.
Recuerdo que me sentía a gusto con la vida, estaba tranquilo, como si todo, a pesar de ser un desastre, estuviera controlado. Me recordé del amor que hace tiempo que no siento. Cuidar de los míos, cosa que hoy, no es que sea una tarea, pero tengo que forzarlo, porque si por mi fuese, me limitaría a existir. Por no tener ganas de salir de la cueva, pero tampoco tener la valentía de derrumbarla conmigo dentro. Recuerdo que, a pesar de fracasar en cada vuelo, seguía haciendo y probando cosas, sin miedo al rechazo, sin miedo a nada. Ahora incluso me cuesta escribir o plasmar cualquier idea que me ronde por la cabeza. El simple hecho de plantearme hacer algo ya me está echando para atrás. No puedo pensar en que voy a leer, tengo que coger el libro y empezar, y aún así soy incapaz de evitar distracciones. Lo mismo cuando escribo. Puedo estar plasmando algo de mi interior, y a la vez estar pensando, recordando o especulando. Una constante inquietud.
No es que mi amigo fuese como el yo de hace un tiempo, sino que me hizo pensar, a sabre por qué, en ello. Él fue algo así como un espejo del tiempo. Tú ves en algo (o alguien) lo que eras hace tiempo por dentro.
Tengo que reconocer, que fue enormemente triste ver en lo que iba a degenerar lo que "vi" en el espejo.
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