sábado, 2 de marzo de 2024

Y de perder el tiempo

Hay un tic-tac de fondo aquí que me está matando. He parado todo, he apartado la mirada del horizonte para preguntarme dónde estoy. Pero ese reloj está sonando y no me deja pensar. Creía que no tenía energías para levantarme y sacarlo de este lugar, pero voy a hacerlo. Voy a hacerlo. Necesito el silencio más puro posible. 

Bien. Sigamos ahora, como si fuera posible un tiempo detenido. 

Estoy en un salón enorme, en una casa enorme, en una ciudad enorme. Todo está terriblemente vacío, hace frío y no alcanzo a ver el final. No soporto el tiempo desocupado. No lo soporto porque tengo que enfrentarme entonces a una verdad difícil de asumir, o mejor dicho, difícil de vivir con ella. Soy consciente de que mi vida es una contradicción descomunal: yo aspiro a la calma, la simpleza, al descanso, al silencio. Y al mismo tiempo tengo ocupada cada hora de mis días. También soy consciente de que esto no es más que una huída radical hacia adelante. Pero no es sano este no-soportar-el-silencio. Soy lo que Byung-Chul Han llama de un modo concreto, que ahora no recuerdo, al individuo que basa su existencia en la sensación de ser productivo (esto, por cierto, no recordar las cosas, la pobreza intelectual que cada vez se hace más grande dentro de mí, no me agrada en absoluto). Yo no lo hago por la propia producción en sí misma, sino por ocupar espacio. Y en este mundo tardocapitalista lo más sencillo para ocupar el espacio es producir. Y soy productivo, trabajo y trabajo, genero y genero, pero cuando paro, cuando se supone que por fin puedo descansar, se abre de nuevo el abismo ante mí. Y caigo, y como es infinito me golpeo todo el tiempo y sangro y estoy repleto de heridas y se me abren las cicatrices y se me deforman los rasgos y mi cara ya no es mi cara ni mi cuerpo mi cuerpo ni yo soy capaz de identificar quién soy yo. Solo aparece una certeza: el deseo de dejar de sufrir. De aislarme de todo, de a pesar de necesitar calor, enterrarme en el frío absoluto. Y desaparecer. Y dejar de sufrir. Y de perder el tiempo. 




Ten cuidado con el vacío

de una vida muy ocupada.