Sostengo un cáliz. Muero de sed. Bebo el veneno.
Llevo años muriéndome y el error poco a poco se convierte en hiperrealismo, presente hipertrofiado. Llevo años viendo de lejos acercarse el camino a la muerte. Hay ante mí un cáliz. Toda la sangre que he perdido estos años viéndome morir, toda la sangre que perderé mientras muero el resto de mi vida, toda mi sangre cabría dentro del cáliz. La sangre que es y la que aún no. La que ha brotado, la que brota hoy, la que brotará mañana. Toda cabría. Muero de sed. ¿Qué guarda el cáliz? Lo sé. Guarda un veneno que es angustia, que es mi asfixia. ¿Bebo el veneno? ¿Muero de sed? Qué hacer.
Para no morir de sed
bebo del cáliz que sostengo
un veneno lento me mata lento
me muere lento me hace desaparecer
lento pero
soy incapaz de vivir
porque muero de sed
y bebo el veneno
para no morir de sed.
¡Ay! La pena. Me estoy enterrando vivo. Estoy apuñalando lento lento lento mi cadáver. Lo estoy consintiendo. Me miro a los ojos. Soy incapaz. Ay. Pena.