"Me muero... Estoy muriendo..."
Susurraba sin rima el poeta en una acera frente al bar de los sábados de antes.
Susurraba, y en agonía, le dolían los suspiros y cada latido de su corazón.
"Estoy cansado... y está oscuro"
La luna se escondió aquella noche entre las nubes, hacía ya dos años que no veía a su estrella.
Dos años hacía desde que no amanece y prende algo dentro de su mundo.
"Y los días... Me duelen los días"
Pensaba hasta en sonreír algún día, y eso que sabía que no le quedaba más alcohol.
Pensó que el sol mismo era su enemigo, porque solo podía verla en noches como aquellas.
"Seguimos sin tomar el parlamento..."
Sus ganas de vivir fueron rechazadas por minoría absoluta, o vetadas por el alma que nunca supo encontrar.
Sus luchas se quedaron en ideas sin manifestar, en fracasos, en derrotas como un lunes cualquiera.
"Esta noche... Esta noche no duro"
Recordaba la parada de aquel autobús al que soñaba subirse, da igual con quién, incluso para qué dejaba tanto atrás.
Recordó que soñaba con el autobús, porque el tren a Madrid le dejaba con menos para cerveza.
"Creo que esta no era la salida"
No supo realmente qué fue de su último aliento, ni siquiera qué sucedió después y en qué cama despertó.
No sabía quién era la chica de al lado, pero sí que no era ella y pese a la luz...
"...tú no eres mi estrella!"
viernes, 6 de febrero de 2015
domingo, 1 de febrero de 2015
Los poetas, los invisibles
Las musas escriben sexo, el verso, en cielos donde pocos vuelan, cuesta respirar, asfixia, asfixian, besos, miradas y otros puñales afilados que surcan los firmamentos, cada cual a su alcance, al de sus ojos, al de sus textos, a dónde sus musas alcanzan escribir, recitan su poesía, narran sus vidas, interpretan sus roles, desgracias y amores. A veces, en soledad, lo traducen al papel, y el que entienda la lengua de ellas, podrá llamarse poeta.
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