lunes, 29 de octubre de 2018

La eternidad debe ser algo parecido a esto

Está vivida ya toda la vida, no quedan metas y los referentes han pasado a ser una vergüenza. No es nada nuevo, lo sé, tampoco pretendo reinventar el polvo que ahora soy. Unos versos en un papel pasan desapercibidos por el desorden de mi escritorio. Justo ahora los veo enfrente de libros que tratan eternos capítulos sobre libertad, liquidez y espectáculo, bolígrafos gastados, tres dólares ─sí, dólares; resulta hasta metafórico: podrían valer algo, pero aquí no valen nada─, algunos tickets, palillos de la ropa... Esto es demasiado absurdo, pero al menos resulta armonioso en su penosa medida.

Los versos, decía, se desploman así:


Tapo con palabras
las grietas de esta
casa vacía.


Al lado duerme la letra de una canción: Será un reencuentro inesperado en noche azul... Y continua. No sé ni siquiera la intención. También hay una pauta sobre la retirada de un tratamiento farmacológico firmado por una doctora que podemos añadir a la gran y prematura lista de intentos fallidos. Es triste que esta sea la realidad: la vida ya solo es inercia, si es que acaso queda movimiento alguno. Al menos observo... Aun puedo ver, entonces escribo metódicamente, sin que nadie lo sepa, una descripción exhaustiva en mi cabeza. Pero ya no siento nada nuevo. Todos los días son el mismo día.


No importa en absoluto
el día que firme esto.

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